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ENTRE LINEAS

El Amor o lo que sea, como no...

La huella de la sombra

La huella de la sombra

 

Las sombras no dejan huellas, pero no somos sin ella y ella nos necesita para ser.

 

 

Las palabras, como los sentimientos, no tienen sombra, pero dejan huellas.

 

 

El silencio, oscuro como la sombra, deja el rastro de la soledad.

 

 

A veces me siento sombra. Sombra llena de surcos trazados por el peso de las palabras. De estrías por tanto sentimiento roto. De marcas de soledad que enluta la luz hasta hacerla desaparecer.

 

 

Hasta que no existan sombras.

 

 

Hasta que se borren todas las huellas.

Amor obsceno

Amor obsceno

Se querían, de eso no cabía ninguna duda. Se amaban con locura y con cordura, entregándose el uno al otro en cuerpo y en alma. Sin reservas. Absolutamente. En esa armonía total en el que vaciaban recíprocamente la esencia de su ser, no conocían los límites marcados por el espacio de sus cuerpos ni del tiempo dónde se encontraban. Su mundo era el universo contenido en sus mentes movidas por el motor de los sentimientos. Todo era válido para que el otro alcanzase el placer máximo. Se podría decir que la vida en común era un orgasmo continuo. Uno de sus juegos eróticos consistía en grabar algunos momentos en que hacían el amor. Verlos juntos les excitaba proporcionándoles nuevos instantes de placer que acababan regalando orgasmos. Un día ella, revisando una de aquellas escenas en la que él la penetraba con toda la fuerza de su espíritu tras haber dicho “fóllame” –en eso el audio de la cinta no engañaba- le dijo a El que debía borrar todas aquellas grabaciones ya que le parecían obscenas. Fue entonces cuando El comprendió que Ella había dejado de amarle.

 

Muscular y ligar, todo es empezar (II)

Muscular y ligar, todo es empezar  (II)

 

Se han producido novedades interesantes en el que he denominado, “juego de seducción entre músculos”. No, no es que haya abordado a la interfecta en un descanso de mis abdominales o que me haya roto una lumbar delante de ella para llamar su atención. No es nada de eso porque, la verdad es que no me veo, a mis años, un “ligón de gimnasio” al modo y manera del típico “ligón playero”, ni mi deseo llega hasta el extremo de tener que romperme la columna vertebral. La cosa, es decir, el abordaje, tiene que parecer una cosa natural como cuando los piratas, practicando su oficio, se dedicaban a asaltar a los galeones que se cruzaban en su camino. Algo así, pero sin pata de palo ni parche pero, eso si, con saqueo de tesoro. Además me estoy pensando que tal vez le deje a ella la iniciativa y es que, os confieso, soy algo tímido, timidez que heredé de mi difunto padre. Mi madre siempre me decía, sonriendo, que si mi padre no hubiese sido tan tímido, yo sería tres años más viejo ahora y todo después de tres hijos. En confianza, hoy agradezco que mi padre no fuese tan lanzado y me escatimase años, llevo mal eso de cumplirlos.

 

Pero vamos a centrar el tema y vayamos a las novedades que, con tanto circunloquio, me pierdo por las ramas. Comentaba que ha habido una novedad y una novedad interesante. Resulta que el sábado por la mañana salí de casa a comprar el diario y los cruasanes para el desayuno de la pluralidad familiar. Vaya por delante que la compra de cruasanes para el desayuno sabatino de casa es una operación delicada. Mi hija pequeña los quiere de chocolate argumentando que ella aún no sufre los “rigores del sobrepeso que acechan a los mayores” (sic). La mayor los quiere integrales pero rellenos, eso si, de salchicha. A la madre de las niñas le gustan de miel es decir, brillantes y esponjosos. Y a mi, que también tengo criterio propio, me gustan los cruasanes de toda la vida, de mantequilla, cornudos y, a poder ser, recién hechos. Podéis imaginar que con tanta variedad ya he trabado una amistad con la “cruasantera” a pesar de que mis visitas se circunscriben los sábados por la mañana. Bien, pues estaba yo departiendo con la pastelera haciendo tiempo para que salieran mis cruasanes del horno, cuando por la acera justo enfrente de la pastelería, la he visto a ella, a la morena. Si bien he salido sin lentilla de casa, he sabido que era ella por sus andares, por ese movimiento lleno de ritmo que conozco tanto. El corazón me ha dado un vuelco pensando en que el destino nos había puesto a residir en el mismo barrio ¿Será una señal? Total que decidí ir al gimnasio sin la compañía de mi pareja para que el "encuentro" con la morena pudiese ser más íntimo... pero ¡que decepción! No estaba. En fín , después de ejercitarlo todo menos los músculos oculares, volví a casa con la esperanza que la semana que entra no fuese lo que se dice es, "Santa".

 

Muscular y ligar, todo es empezar (I)

Muscular y ligar, todo es empezar  (I)

Lo sabía. Tenía que ocurrir más temprano que tarde y ha sucedido al igual que la primavera sigue al invierno y que las mariposas polinizan las flores, el que ligase en el gimnasio era cuestión de días. Es lo que le sucede a un diamante en bruto lo vas puliendo poco a poco pues resulta que al final, todo el mundo lo desea y hay alguien que se adelanta a todas las demás para quedárselo. Pues eso me ha sucedido a mí pero en el ejercicio muscular . Tanto abdominal por aquí, tanto fortalecer glúteos por allá que al final una morena de ojos negros, sonrisa va, sonrisa viene a la luz del neón, entre el acero de los aparatos del gimnasio y las gotas de sudor, pues parece que le he gustado y yo, que soy débil para estas cosas, me dejo gustar. De momento la cosa acaba de empezar y estamos en los escarceos preliminares del reconocimiento mútuo, en la distancia. Ya os iré contando a medida que se desarrollen los acontecimientos pero, de momento, la primavera, promete ser de lo más cálida.

Temperatura glacial

Temperatura glacial Viene una ola de frío. Voy a aprovechar para tender mis sentimientos en la cuerda de tu indiferencia para ver si se enfrían.

Sendas desconocidas

Sendas desconocidas

El viejo elefante estaba cansado e intuyó que había llegado la hora de seguir la ruta que, desde tiempo inmemorial, siguieron sus antepasados en busca del descanso final. Un camino que cumpliendo una ley no escrita, debía acometer en soledad. Por eso, al atardecer, el viejo elefante abandonó en silencio la manada mirando a los suyos por última vez ahondándose en una senda por la que probablemente nunca anduvo, pero que sabía dónde estaba y cómo acababa. Quienes lo han visto cuentan que la soledad con la que avanzan los elefantes a paso más lento del acostumbrado, provoca un respeto solemne que ningún otro animal puede provocar. Es el poderío que insufla la imagen portentosa de saber aceptar el final de los días y asistir al encuentro sereno con los que le precedieron.

 

El viejo elefante siente cercana su muerte, algo que aún no ha vivido pero que perdura en su memoria. Sabe que se dirige al cementerio de los elefantes, al igual que los pájaros que en sus migraciones siguen una ruta no aprendida, pero marcada por el instinto de la vida desde el mismo instante del nacimiento. Morir así, reconocen algunos, es algo sublime.

 

 

 

Enfila su trompa al suelo en busca del recuerdo de los días vividos junto al río, de los baños en el barro, de los apareamientos, de la manada, de la vida, camina mirando como sus pasos se van hundiendo en la tierra por última vez. En esa soledad un ligero cosquilleo le saca de sus pensamientos, y le hace elevar lenta y pesadamente la cabeza hacia el cielo. Una mariposa de vivos colores y extraña belleza revolotea sobre él. Nunca había visto nada igual, apoderándose de él un magnetismo que le impide apartar su mirada de la mariposa y le dificulta seguir un camino que no sea el que le marca aquél ser de frágil y hermosa textura. Por un momento siente que sus miradas se cruzan experimentando la duda de si realmente ha llegado su hora teniendo tanta vida dando vueltas a su alrededor. El viejo elefante decide hacer suyo aquél instante y sigue a la bella mariposa por una senda tan desconocida para él como la de sus ancestros. Aún así no quiere engañarse ya que sabe que esa placentera visión no le librará de la cercana muerte, pero se irá con la certeza que en algún momento de su existencia, siguió su propio camino. Para morir con paso lento y preciso, con belleza, como en algún lugar debe estar escrito.

 

 


 

 Cuentan que encontrarse a un elefante camino de la muerte da buena suerte y larga vida al que los mira. Tal vez por eso la vida de las mariposas sea tan efímera.

Los raíles del tren

Los raíles del tren

- Estoy metida en un buen lío, Ana. Me duermo cada noche sabiendo que en mis sueños aparecerá Eduardo y me despierto con la sonrisa dibujada en mi cara porque sé que en unos minutos me encontraré frente a él, en otra reunión de trabajo. Si, en el trabajo y hasta dónde llegará mi obsesión que el otro día llamé a mi marido con su nombre. De ésta no sale vivo mi matrimonio, porque, después de tantos años no puedo, ni quiero renunciar al trabajo por el que he suspirado desde hace siglos – De sopetón se lo contó a su mejor amiga cuando se encontraron para comer al mediodía, cerca del restaurante donde Ana ayudaba a su marido en la asesoría fiscal y contable ya que, las mujeres, dulcifican mucho más los problemas que se tienen con el fisco por aquello que entienden mejor, por sufrirlo, los equilibrios que supone la economía familiar y que obligan a cometer determinados excesos.

 

- No te pongas trágica, Teresa -y le sonrió levemente al tiempo que le hizo una caricia en la mejilla, libre de prejuicios y llena de la amistad que sentía por ella-. Nuestros matrimonios se acabaron hace mucho tiempo. Vivimos, convivimos, nos aguantamos. Por eso discutimos, nos gritamos para no oír nuestros silencios, pero desde que nuestros hijos, aquellos niños, crecieron y se independizaron, somos extraños que viajamos en el mismo compartimento. Un viaje hacía ninguna parte.

 

- Igual que los raíles del tren: cercanos, pero separados, líneas paralelas que nunca llegarán a tocarse –y una pausa para llevar a la cara de Teresa, por primera vez, una sonrisa abierta- Y mejor que sea así. Total, ¡para lo que sirve!

 

- Eso es lo que dicen por la tele en los “culebrones” y nosotras vemos muchos.

 

-Y una mierda –gritó entre risas Teresa, que juntarse con Ana y armar una fiesta era todo uno- Lo de los raíles se me acaba de ocurrir- Se paró un momento mirando en un punto indeterminado del espacio en actitud de interrogación- O lo mismo me lo ha dicho Eduardo, que hace unas citas preciosas.

 

-Pues ya sabes, Teresa: cerca, pero sin tocarse. Aunque lo veo complicado, porque tú vas ya deslizándote tobogán abajo y sin marcha atrás posible.

 

- A mi lo que de verdad me interesa es el trabajo. La casa se me cae encima cada día que pasa. Siempre quitando la mierda de los demás, aunque sea la mierda de mi marido y de mis hijos. Y ya sabes que no me va andar todo el día de la casa, al gimnasio y, de ahí, a las tiendas. Es demasiado frívolo y vacío. No niego que Eduardo me haga sentirme bien porque vuelvo a significar algo para otro y eso es regresar a un pasado que añoro.

 

- Mira Teresa, a mí no me tienes que vender la moto. ¿Recuerdas los días de pasión que viví junto a Miguel? Palabras nunca escuchadas, paisajes recién descubiertos, citas clandestinas, avivando siempre el sexo porque el tiempo era corto, y el sabor de lo prohibido, lo más sabroso de todo. Pero un día descubres que el amante o el amigo también ronca, y se mea fuera de la taza, y le huele el aliento a cerveza y a tabaco, que aunque las tías calientes digan que eso excita, es una porquería, y el sexo hecho a hora fija, como los trenes, y el pitillo en la cama para terminar, como en las películas ¡! En la vida le habría permitido yo a mi marido fumarme en la cama ¡! Es entonces cuando descubres que te sobra y te basta con uno. Y vuelves a buscar la tranquilidad de tu casa, aunque esté allí tu marido, viendo fútbol y bebiendo cerveza, mientras tú preparas una receta nueva en la cocina. Tú lo has dicho, como los raíles del tren que, como no se tocan, no se molestan.

 


Transportando deseos...

Transportando deseos...

Quisiera ser el pincel en el que mojases la humedad de tus colores,

transporte de caricias sensuales que dibujen sobre el lienzo de mi cuerpo el paisaje de tu deseo.

Rutas...

Rutas...

 

Desplegaré el mapa de mis sentimientos para saber cual es el mejor itinerario para llegarte. No me importa que entre tú yo haya mucha distancia, ni que varios caminos me lleven a ti porque siempre elegiré el más directo para que me puedas ver llegar de frente.  No cogeré atajos así que deberás tener paciencia. Quiero aprenderme palmo a palmo, milímetro a milímetro cada una de las conexiones que a ti me unen para que, cuando juntos hagamos el viaje, construyamos la vía que nos permita continuar el mismo rumbo.

 

Enredos

Enredos

Prorrumpió en un llanto que se mezcló con el sonido de los gritos del placer que anuncian el estallido del orgasmo. Era un sollozo incontrolado transformado en lágrimas incapaces de seguir la lógica del momento. Quiso consolarla de la única manera que podía, abrazándola hasta que las gotas de sentimiento se secasen. Un mechón del cabello de ella quedó atrapado en la alianza de él... y fue entonces cuando cesó el llanto para dar paso a la tristeza.

¿Por qué la mató? (Juego)

¿Por qué la mató? (Juego)

Os propongo un juego que he recibido vía correo electrónico, ya sabéis, esos que envía algún/@ desconocid@-conocid@. Consiste en responder a la pregunta que sirve de título a este escrito. No es una pregunta trampa y ninguna frase tiene doble sentido. Dejarme vuestro correo y ahí os enviaré la solución. La historia que ilustra la pregunta es la siguiente:

 

"Una mujer, mientras asistía al funeral de su madre, vio a un
hombre que no conocía. Pensó que ese era el hombre de su vida,
tanto que se enamoró de él en aquel momento, pero no le pidió ni
nombre ni teléfono y ya no pudo verlo de nuevo. Unos días más
tarde, esta mujer mató a su hermana."





Lágrimas que unen

Lágrimas que unen

Lloró hasta la saciedad con aquella separación que ninguno de los dos quería.

Lloró tanto y durante tal cantidad de días que se formó un océano con sus lágrimas en aquella tierra desierta.

Y fue entonces cuando su sirena pudo reunirse con él.

¿Engaños...?

¿Engaños...?

Se atrajeron desde la primera palabra que se cruzaron en el chat “más de 30” del irc-hispano. A las pocas semanas pasaron de la tumultuosa sala del chat a la privacidad del messenger. Ahí transitaban las horas nocturnas conversando sobre lo muy a gusto que se encontraban y el vacío que dejaban cuando no estaban juntos. Ilustraba una tarjeta de presentación una foto de larga y sensual melena, color miel que tapaba la cara y, en la otra cartulina virtual, unos anchos y varoniles pantalones color caqui. Eran conscientes que la distancia que separaba sus ciudades les hacía muy difícil encontrarse en el mundo físico por lo que decidieron, al menos, conocer la imagen anhelada a través de la webcam.

 

 

- Necesito ver tus ojos para conocer si tu alma me desea – decía o más bien, escribía, la imagen de quién se presentaba con el pantalón ancho.

 

 

- Si mi amor. Yo sé que tu alma merodea la mía y eres presa de la excitación, por eso quiero que te desnudes frente a esa cámara que nos separa y contemplar tu deseo… que es el mío – casi suplicaba quién se representaba con una larga, lacia y sensual melena color castaño que le tapaba la imagen.

 

 

Decidieron dejarse ver a través de la webcam al mismo tiempo para no conceder ventaja el uno a la otra, la una al otro. Llegada la noche en que los amantes virtuales decidieron levantar el telón de sus anhelos y verse por fin, conectaron al unísono las cámaras…

 

 

- ¡Ostia un tío con barba de una semana! – exclamó la imagen, hasta ahora, de pantalón ancho color caqui, al observar en su pantalla cómo su amante virtual lucía una varonil barba tras la larga y, hasta ese momento, sensual melena color castaño.

 

 

- ¡Joder si no tiene verga! – profirió sorprendido el de la larga melena al comprobar que su creído interlocutor era en realidad una interlocutora que se aparecía con la “sonrisa vertical” totalmente depilada y al descubierto.

 

 

Y es que ya no te puedes ni fiar de lo que te enseñan.

 

 

Vencedor y vencido

Vencedor y vencido

Curiosa es la carrera que libramos cuando hacemos el amor, ya que justo al llegar a su culminación empezamos a correr. La victoria en el amor no nos produce satisfacción, es ganar la meta juntos lo que nos provoca un mayor placer. Aunque el sublime gozo viene al acabar tan particular contienda en el que te sientes, a la vez, vencedor y vencido.

Prisionero de tí

Prisionero de tí

De nada servirá desligarme de los barrotes de la cama si sigo atrapado a tu sexo.

 

Y si algún día lograra escapar de él, tus palabras se colarían por mis oídos trenzando finos hilos que enredarían mi cuerpo haciéndolo prisionero.

 

Y si, enfermo como estoy de ti, mis oídos no te escuchasen, tu alma se habría enraizado tanto en la mía, que haría imposible el que otra arraigase en mí.

 

Perderé mi alma para perderte a ti pero entonces mi vida vagará por siempre en el infierno.

 

 

 

El centro de las emociones

El centro de las emociones

 

Los sentimientos, incluso los más efímeros, no se pierden sino que los proyectamos al espacio viajando en el vehículo de los sentidos. Tan particular carruaje los transporta hasta el centro de la Tierra, donde se concentran transformándose para formar el núcleo.

 

Esa es la razón por la que la yema terrestre supera la temperatura del Sol…

 

El núcleo, en constante rotación, hace girar sobre sí misma a la Tierra. Incluso va más rápido que la corteza terrestre. Si se parase la Tierra no giraría y no habría día ni noche.

 

Ese es el motivo por el que los sentimientos, nuestras pasiones, mueven el mundo.

 

Sin emociones, la Tierra no sería y no habría nadie capaz de certificar la existencia del Cosmos.

 

Por eso tú que estás en el centro , eres quién nos hace sentir.

En el mercado

En el mercado

Lleva ocho años casada. Su medio ambiente familiar lo conforman dos hijos del matrimonio, Pau y Mireia, de 5 y 3 años, preciosos y alegres, Joan, su marido, joven y atractivo, jefe del departamento de informática de una de las empresas más importantes del País, dónde la plena dedicación y el salario van en justa consonancia y ella, que estudió económicas, pero que acabó con un trabajo a tiempo parcial como contable en una inmobiliaria que tuvo la suerte de encontrar a cinco minutos de su casa. A pesar de eso, a Anna no le importa ya que su trabajo le permite encargarse de los niños cuando regresan del colegio por las tardes, amén de poner orden en las actividades domésticas ayudada por Ruth, una empleada de hogar de lo más eficiente. En ese apacible entorno transcurre la vida de Anna, una mujer de 36 años. Salud, una posición económica familiar sin grandes aprietos y la existencia de amor, hacen que podamos decir que Anna, además de estar casada, lo esté felizmente.

 

 

En eso debe estar pensando ella, cuando en el silencio de la soledad de la casa que le proporciona la tregua de la guerra hogareña que va, desde que acuesta a los niños y la espera de la llegada del trabajo de su marido, se sienta ante la pantalla del ordenador, con aspecto que el espejo del comedor le ha revelado desaliñado y aún con la bata de preparar cenas infantiles y poner cacharros en el lavaplatos, para escribir en un lugar de contactos lo siguiente:

 

 

“Hola, soy una chica normal, algo gordita, casada y simpática. La verdad me gustaría saber si aún puedo estar en el mercado (jejeje) es una cuestión de autoestima nada mas… Un beso a todos y sobre todo, ser sinceros por favor”

Nos queda el Presente

Nos queda el Presente

La Vida, enamorada del Tiempo, quiso concederle un deseo.
“Quiero olvidar aquello que existió antes de conocerte”, le pidió.
Y la Vida lo hizo.
Y no hubo más Pasado.

 

El Tiempo, que amaba a la Vida, quiso corresponder a ésta otorgándole aquello que más anhelase.
“Detente para que te pueda querer eternamente”, le suplicó.
Y el Tiempo lo hizo.
Y no hubo más Futuro.

Finales

Finales

Esperaba con ansiedad su llegada. Estaba llena de temores por lo que podría decir, si existía esperanza alguna. Sonó el timbre de la puerta y corrió a abrir. Ahí estaba. Instintivamente ella buscó la respuesta en sus ojos. La infinita tristeza que desprendían se la dio y su desasosiego se trasformó en angustia. Apenas acertó a preguntarle.

- ¿Qué te ha dicho?

- No hay expectativas para él –respondió su marido lleno de abatimiento- Se muere. Le quedan dos, tres meses a lo sumo- hizo una pausa- Me ha dicho que ahora está en la primera fase de la enfermedad pero que el deterioro es muy rápido y, lo que es peor, doloroso.

- ¿Sufrirá?

- Terribles dolores, inaguantables. Es como si todo su cuerpo, toda su estructura ósea, se rompiese en pequeñas fracturas –el horror en la cara de la mujer había aparecido imaginando el espantoso final que le esperaba a aquél ser querido. Al verlo, su marido continuó diciendo- Me ha dicho que, en cuanto aparezca el primer síntoma de la segunda fase él… - hizo una pausa para coger aire en una profunda inspiración- …él podría suministrarle un fármaco que acabase con sus sufrimientos. Le dije que tenía que consultarlo contigo. Espera nuestra llamada.

La mujer se dejó caer como un pesado fardo en el sofá. Asintió con la mirada perdida. Recordó, en ese instante de eternidad que se nos da cuando la vida se va, los buenos momentos pasados al lado de ese ser tan querido, la alegría que les había proporcionado y la lealtad con que les había devuelto el cariño que le profesaban. Pensó que no podía dejarlo morir de esa manera. A alguien que amas, no puedes tratarlo así al final de su vida. Su conciencia le decía, que ese tránsito a no se sabe dónde, debía ser para él lo más dulce posible, hurtándole todo posible sufrimiento. Así que consintió.

Su marido, con semblante grave, descolgó el teléfono para llamar al veterinario y comunicarles su decisión… Mientras, en la habitación de al lado, el padre del hombre, en un coma profundo desde hacía más de cinco años, con el cuerpo carcomido por las llagas, seguramente suplicaría desde su profunda inconsciencia, que también hubiese una llamada para él.

¿Quién dijo qué un hombre no podía amar a varias mujeres a la vez?

¿Quién dijo qué un hombre no podía amar a varias mujeres a la vez? (Museo del erotismo de Barcelona)